Arrendamientos en la Empresa Tambera: ¿Espada de Damocles..?

21.01.2013 14:56

 

Una de cal…otra de arena…

      En el panorama tambero las cosas están en continuo reacomodamiento. En realidad, siguen en ese proceso, continuo, sin pausa. En ese sector, todo es muy dinámico, y al ser una actividad que involucra tantos factores eso hace que siempre haya novedades. Si en los mercados de granos se habla de una continua “volatilidad” de los mismos, bien se puede aplicar a lo que ocurre en el ámbito del tambo.

 

 

    Generalmente cuando se publican las novedades de lo que está ocurriendo en el ámbito económico de las empresas tamberas, son informe puntuales de ese momento, es decir la “foto”. Y en la mayoría de los casos están referidas al precio de la leche, el factor “estrella” del que siempre se habla, y que parece que describe en su totalidad el estado del negocio.

      Hoy ese precio, que ha venido reacomodándose en los últimos meses no puede decirse que sea insuficiente, como ha sucedido tantas veces. Pero entonces la pregunta que sigue es: ¿pero es suficiente para qué? ¿suficiente para cubrir los costos y punto? ¿pero y para pensar además en inversiones que han venido siendo diferidas una y otra vez por las condiciones?.  Porque, en realidad, ese valor de venta describe solamente una parte del negocio, pero hay otros aspectos que van por otro lado, especialmente todo lo referido a los costos.

     Y, hablando de costos, queremos focalizarnos en uno que sin dudas tiene alto impacto en la empresa, y son los arrendamientos.

 

El peso del arrendamiento…

    Ahora bien, aunque no lo parezca este término tiene varias “acepciones”. Una es el arrendamiento propiamente dicho,  tal como se lo ha conocido históricamente. Hace referencia a que, para simplificarlo, un sujeto –físico o societario- le arrienda cierta superficie de su propiedad a un arrendador. Y podemos denominarlo arrendamiento “externo”.

         Pero en el transcurso de los últimos años, la figura del arrendamiento se ha ido difundiendo a nuevas aplicaciones, apareciendo entonces los llamados arrendamientos “internos”. En algunos casos, cuando se crea, dentro de la familia propietaria, por un lado, una sociedad de explotación, que a su vez le arrienda la tierra a la sociedad fundiaria. En otros, sin llegar a esta división en dos sociedades, el motivo de fijar arrendamientos internos es para establecer con claridad el monto de los retiros empresariales durante el ejercicio en cuestión. Es decir que el arrendamiento interno sigue la figura del costo de oportunidad de la tierra. Es decir, lo que el propietario estaría dejando de percibir por no arrendar su campo a terceros.

        En realidad, no operan en forma simultánea. Lo que suele suceder es que los arrendamientos internos tomen como referencia a los externos para su fijación. Y digo como referencia y no como copia exacta ya que, al tener en cuenta la importancia de que el sistema de producción sea sustentable a través del tiempo, y no se degrade el principal capital de toda empresa agropecuaria  -la tierra- esos arrendamientos internos son por lo general inferiores a los valores de mercado (o arrendamientos externos).

       Es decir que los que suelen marcar el rumbo son los segundos, y luego los primeros van siguiendo sus pasos. La tendencia, si bien con algunos altibajos puntuales en algunas zonas y en determinadas campañas, producto de la sequía, ha sido creciente.

      El propósito de esta modalidad más reciente de arrendamientos es que quien posee la tierra perciba en carácter de retiros una cifra no muy diferente a la que recibiría si arrendara su tierra a un tercero, es decir siguiendo la figura del arrendamiento “externo”.

 

En permanente suba...

         Ahora bien, a pesar de haber sido fijado en una moneda “fuerte” como lo es el precio de la soja, los arrendamientos han venido subiendo incluso medidos en quintales de soja. Y de nada valen ciertos argumentos. Recuerdo entonces el caso de un tambero, que le esgrimía al dueño del campo, cada vez que surgía el bendito tema: -Pero escuchame Rodolfo: entiendo que quieras aumentar el arrendamiento al renovar el contrato, pero lo mío es producir leche..no soja..!- A lo cual Rodolfo contestaba, sin inmutarse, y siguiendo su leiv-motiv:- Mirá, vos podrás producir leche, o si querés producir víboras..lo que se te ocurra. Yo lo único que te digo es que quiero doce quintales de soja por cada hectárea-

           Es decir que poco valía el argumento de a qué se dedicaría el campo...El alquiler vale tanto, se produzca lo que se produzca, y en las buenas y en las malas, con lo cual todo el riesgo pasa a asumirlo el arrendatario.

       Volviendo a esto de los alquileres externos e internos, como hemos dado en llamarlo, ambos rubros no son excluyentes. Es más, en una cantidad cada vez mayor de empresas, conviven ambos. A los históricos “externos”, los históricos, lo conocidos por todos, se la han ido agregando los “internos”.

        Convengamos entonces que los arrendamientos tanto externos como internos son “vasos comunicantes”, y no compartimentos estancos. Lo que va sucediendo con los externos –una continua suba- termina trasladándose a los internos. Todo eso hace entonces que “el efecto arrendamiento” sea cada vez más importante sobre los costos y resultados de la empresa. Con la diferencia de que los externos se ajustan recién a la renovación de contrato, que suelen ocurrir cada 4 o 5 años (aunque con excepciones, como veremos más adelante). Mientras que los internos suelen estar sujetos a los continuos avatares del mercado en lo que ocurre anualmente con los contratos que se renuevan año tras año para la agricultura, lo cual es un factor de incertidumbre adicional y más frecuente…  

     Eso sí, es interesante, al evaluar la gestión económica, no incluir todo en un solo rubro arrendamientos (externos e internos), sino dividirlos en externos e internos, porque en definitiva responden a dos situaciones diferentes, y es interesante, por ejemplo, evaluar qué porcentaje del ingreso de la empresa se destina a arrendamientos, externos por un lado, a los internos por otro. El hecho de que aparezcan en escena los internos implica que la empresa, como tal, deja de tener tierra. Es decir que a la hora de medir la rentabilidad, se llega a la rentabilidad con tierra. Ya no se calcula la rentabilidad con tierra, ya que eso implicaría sacar del cálculo los arrendamientos internos. Es decir: o se considera la tierra propia como tal, o se toman los arrendamientos internos.

          Es fundamental considerar este tema de cómo se han encarado los arrendamientos internos a la hora de comparar varias gestiones económicas: puede ser el caso de comparar los resultados varias empresas en un mismo ejercicio, pero también puede estar referido a una comparación vertical, es decir una comparación de la misma empresa versus ella misma, a través de diversos ejercicios. En todos los casos, hay que prestar atención cómo se han venido tomando en cada caso los arrendamientos internos, que algunos los incluyen en este rubro, pero otros los ponen en el rubro retiros. No sea cosa luego que estemos comparando gestiones realizadas con diferentes criterios, lo que nos lleva a comparar entonces “peras con manzanas”, con los consabidos resultados...

          El dato que se suele escuchar es que, en nuestro país, alrededor del 35 % de la tierra en que se llevan a cambo las explotaciones tamberas es arrendada, lo cual no es poco y da la pauta de que más de un tercio de la superficie afectada a los tambos es de terceros. Pero probablemente este porcentaje hace referencia exclusivamente a los llamados arrendamientos “externos”. Restan agregar aún los “internos”, lo cual hace que ese porcentaje se eleve en forma considerable!

     Volviendo a lo referido a valores históricos, se solía hacer referencia a un valor de arrendamiento de tierra destinada a tambo, expresada en valor producto, por un monto equivalente a 500 litros de leche por hectárea y por año que en algún momento podían ser una referencia para tener en cuenta a la hora de fijar el arrendamiento de un campo, por ejemplo en el oeste de la provincia de Buenos Aires, importante cuenca tambera,  han pasado a la historia. A precios de hoy, 500 litros de leche/ha es hoy una cifra que no alcanza, en su equivalente, ni siquiera a 150 U$S/Ha, ¿Llevará eso entonces a los tambos a tierras de baja aptitud o directamente no aptas para la agricultura?

         Es interesante tener en cuenta que, luego de años de proceso en retirada, ha vuelto a jugar en las ligas mayores  nuevamente la ganadería de carne. Si podemos decirlo en estos términos, se había “retirado” de la competencia durante años a raíz de precios deprimidos, y en medio de un ciclo de liquidación, que se está revirtiendo entrando entonces en un período de retención. 

        Eso, por un lado, debemos reconocerlo que tiene su efecto positivo para la empresa tambera, ya que eso ha hecho que vuelva a ser rentable criar los terneros machos, agregando así otro ingreso por ventas de novillos para faena. Pero, como efecto indirecto, ha reposicionado nuevamente a la ganadería, que también demanda tierra, con el consiguiente efecto sobre los alquileres.

 

¿Espada de Damocles…?

   El momento tan metido llega indefectiblemente cuando hay que renovar el valor del arrendamiento, una vez vencido el contrato. Y no se sorprenda el lector ante el caso de algunos propietarios de campos que, ante la variabilidad  y volatilidad de precios deciden renovarlo pero en forma anual sistemáticamente, tal como si el tambo se tratara de la agricultura de cosecha.

      En ese caso, poco aliciente queda, por ejemplo, para llevar a cabo una estrategia de fertilización, o para praderizar en superficies que nadie sabe si continuarán dentro del sistema productivo de la empresa al año siguiente. Y ambas estrategias, tanto la de fertilización como la de praderización convengamos que son convenientes para ambas partes: tanto para el arrendador como el arrendatario.

      Esto que hemos venido comentando suele darse con los arrendamientos externos. Pero no se piense por ello que el tema de los arrendamientos internos es más simple y menos conflictivo.

       Es más a veces incluso resulta más complicado el tema de los arrendamientos internos que los externos. Los externos se renuevan generalmente recién cuando finaliza el período de 4 o 5 años estipulado en el contrato. Pero en el caso de los internos, las cosas suelen seguir otros patrones, y en muchos casos año a año se ajustan según lo que se observa a cada momento en el “mercado de alquileres agrícolas por una campaña”. La presión de los socios se hace sentir entonces. Especialmente la de algunos, quienes siguen de cerca el costo de oportunidad que están dejando de percibir por continuar en el rol de productores. Es conveniente entonces seguir protocolos preestablecidos, consensuados por todos los socios, a los efectos del ajuste del arrendamiento, los plazos establecidos para hacerlo, de modo que no haya sorpresas.

    Como anécdota de un pasado todavía fresco, recuerdo todavía cuando, al cierre del ejercicio 2008/09, muy castigado por la falta de precipitaciones y por ende bajos rendimientos obtenidos,  si cabía alguna noticia esperanzadora era la esperada baja de los arrendamientos, que se dio pero duró lo que un suspiro. Pero luego la tendencia volvió a ser la de antes, siempre en alza, y así ha seguido.

    Por momentos, hasta surge el interrogante si, en este contexto de arrendamientos cada vez más altos, no solamente porque la moneda “soja” cotiza cada vez más en el mercado, sino además porque, aún medido en esa moneda “dura”, asistimos a valores que crecen en muchas zonas por lo menos 1 quintal por campaña, cuál será el techo de esta suba, y si los sistemas de tambo podrán seguir siendo rentables ante la competencia de la agricultura.

 

Conclusión.   

    Es decir que, más allá de los avatares del precio de la leche, la “estrella” de la película, la protagonista en boca de todos, no hay que perder de vista que, dentro del importante “elenco” que participa en todo filme “lácteo” también hay un actor considerado a veces como “secundario” que aunque figura en letras más reducidas en el reparto, es relevante en el resultado, a veces me animaría a decir hasta decisivo, y es el arrendamiento, en sus dos variante, interna y externa. 

 
 
Autor/es
Félix Fares

Buenos Aires, Argentina
Ing. Agrónomo

 

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