Bandidos rurales argentinos

03.09.2012 12:41

 

Una serie para que conozcas a los míticos bandoleros que asolaron la región.

 

A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, el territorio argentino estaba escasamente poblado. La dispersión de los centros poblados obligaba al transporte de bienes y valores por largos, solitarios y peligrosos caminos. Esas circunstancias sumadas al autoritarismo y feudalismo provincial, posibilitaron la acción de numerosos bandoleros.


 

Bandidos rurales argentinos

Imagen del caudillo

Felipe Varela y oficiales.

Foto de dominio público.

 

 

 

 

Iniciamos esta serie con la crónica de las andanzas patagónicas deButch Cassidy, Sundance Kid y Etta Place. Ahora es tiempo de contarles sobre los bandidos rurales famosos de Argentina. La mayoría de ellos tienen, aun hoy, una aureola de heroísmo y son reconocidos popularmente por sus acciones de reparto de sus botines entre los pobres. Émulos autóctonos de Robín Hood.

Santos Guayama, el rebelde "gaucho lagunero"

Desarrolló sus acciones en los llanos de La Rioja, el norte de MendozaSan Juan y San Luis a partir de la llamada "rebelión lagunera" en 1860. No hay abundancia de información sobre él, solo testimonios en los periódicos de la época y algún que otro documento oficial. Se sabe que fue uno de los líderes de la "rebelión lagunera", un conflicto generado por la desecación de las lagunas de Guanacache a partir de las tomas de agua río arriba.

Una vez sofocada la revuelta sobrevivió como bandolero en una región que durante muchos años se mantuvo fuera del alcance de la policía. Luchó como lugarteniente del caudillo rebelde Chacho Peñaloza y llego a ser teniente coronel en las filas del otro gran caudillo Felipe Varela. También fue amigo del cura José Gabriel Brochero, conocido como "el cura gaucho" y se presume que fue a partir de esa amistad que adoptó el estilo distintivo de los bandidos populares, robaba y repartía una parte entre los pobres.

Se conoce que José de los Santos era hijo de madre aborigen de la etnia huarpe y su padre sería Don Gregorio Guayama, dueño de una finca en la zona de las lagunas de Guanacache. Cuentan que era de cuerpo robusto, barba oscura y ojos muy negros, penetrantes y que ejercían un fuerte magnetismo entre los hombres y mujeres. Su banda atacaba las ciudades, pueblos, caravanas y viajantes y no dudaba en "pasar a degüello" a los hombres y pedir rescate por las mujeres. Cabe aclarar que el término degüello, se refiere al acto de corte del cuello de la víctima con un cuchillo o elemento cortante. Algo muy habitual en aquél entonces.

Como siempre ocurre en estos casos, para unos fue un "montonero" o bandido asesino. Se llamaban "montoneras" a los improvisados ejércitos rebeldes y por extensión "montoneros" a sus integrantes. Para otros fue, y aun hoy lo es, una especie de santo y ejemplo de bravura y hombría. Los criollos le atribuían dotes casi místicas identificándolo con apariciones y milagros. Hoy forma parte del culto popular de la región. Existen pequeñas ermitas con su imagen en las tierras desérticas de la región. Como dato anecdótico y que ilustra la devoción popular, una de las figuras de una procesión religiosa regional que supuestamente representa a San Roque, es muy parecida a la imagen de Santos Guayama.

El final de Santos

Como en la mayoría de los bandoleros, la política los llevó a la muerte. El comienzo del final fue en el invierno de 1878, Santos había sido seducido por la gente del doctor Carlos Tejedor para que hiciera campaña política a su favor. Se presume que le habrían ofrecido una amnistía si ganaba. El coronel Agustín Gómez asumió entonces la gobernación de San Juan. Había perseguido varias veces a Guayama pero ahora, cosas de la política, estaban en el mismo bando. Apenas unos meses después, en diciembre, el gobernador "amigo" ordena detenerlo y sale en su busca una partida de 15 soldados. Desprevenido, Guayama que entonces vivía en la ciudad de San Juan, es atrapado. Detenido en el cuartel de San Clemente al parecer encabezó una sublevación de presos que produjo muertos y heridos. No está suficientemente claro si él tuvo algo que ver pero las autoridades ordenaron fusilarlo allí mismo, sin juicio ni ley. A principios de 1879 Santos Guayama entró en la niebla de la leyenda de los bandoleros rurales argentinos.


Los datos oficiales son escasos, por omisión, error o mala intención se evitó documentar la historia para evitar investigaciones posteriores. Esa falta de información oficial fue suplantada por el imaginario popular que convirtió a Santos Guayama en un personaje de culto. Ejemplo de ello es el poema que antecede al Bailecito de Guayama, compuesto por el guitarrista, intérprete y cantautor de música popular Santos Ramón Vera:

Dicen que Santos Guayama era un hombre de avería.

la verdad, es que defendía la dignidad de su pueblo,

en una patria asaltada por traidores y egoístas.

Dicen que anduvo San Juan, Mendoza, también San Luís,

Comarca que por raíz a la raza Huarpe ancestral

virtudes del puma dan para luchar y vivir.

Con su escuadrón lagunero empujando un ideal,

"No van delante de nadie… Ni a la rastra de nadie van"

 

Por 

fuente Guía de About.com