De compras en el Super

10.12.2012 19:40

Recuerdo de Mundo Yerba

 

Digamos que hoy, época de liberación masculina, si si, leyó bien, liberación masculina, nosotros también hacemos las compras. Y dónde las hacemos?. Bueno, puede ser en nuestro hipermercado amigo, por ejemplo Berretour, Dumbo, Unilejos, etc. El primer problema que se presenta es cuándo ir. Uno hace mil y un conjeturas, consulta el Tarot, a su chamán de cabecera y llega intuír que como es 30, o sea fin de mes, nadie tiene un carajo de guita en el bolsillo. Segundo: es sábado por la tarde, todos deben estar durmiendo la siesta, y entonces uno estima que ese, y no otro, es el momento oportuno. Toma las llaves del auto, la billetera, la lista de lo que debe comprar y parte sonriente y muy seguro de si mismo. Minutos después, su seguridad se va al carajo y su sonrisa se transforma en una mueca retorcida, pues: hay una cuadra de coches haciendo cola para entrar al estacionamiento - que está completísimo - y decenas de personas entrando y saliendo del súper.

- Pero cómo mierda!?. No estamos a fin de mes?. No se suponía que no tenían guita?. Pero a dónde carajo vamos a ir a parar con esta gente de mierda que no se adecúa a la situación del país! - gimotea uno, abrazado al volante, y jurando quemar al mazo de Tarot usando al chamán como leña. La odisea continúa adentro, con un mar de gente, provista de esos carritos de mierda que cortan el paso y no dejan avanzar a nadie. Pasillo por el cual Ud. vaya, está infestado de odiosas mujeres con el infernal rodado, cargados hasta re ventar y abandonados en el medio del pasillo mientras ellas, con toooodo el tiempo del muuundo, estudian concienzudamente el costo de ese repasador de porquería que cuelga allí, como si estuviesen considerando la compra de un lote en el World Trade Center de New York!. - Ta que las reparió!. Corrasé carajo, que no tengo intenciones de envejecer aquí!. Parece mentira che!. Otra de las perlitas que encontramos en el súper, son los dichosos matrimonios, él con una cara de culo tan grande, que necesita un carrito extra para llevarla. Ella, caminando como si paseara por la Av. Santa Fe a las tres de la tarde mirando vidrieras. El la sigue por todos lados y entorpece más aun la circulación, pues con el embole que tiene, se para en cualquier lado sin fijarse si jode a los demás o no.

- Vieeejooo!. Te parece que llevemos estooo? - pregunta ella lo más campante, mientras ocho personas se debaten por esquivarla, haciendo toda clase de contorsiones, maniobras extrañas y puteando por lo bajo.
- Psééé, llevááá! - gruñe él con ganas de arrojarle por la cabeza el paquete de polenta que acaba de alcanzarle ella. Otra de las situaciones, inexplicables para mi, por más que lo intento, son las "familias que van de compras". Para qué recarajo van él, ella, los hijos...?. Falta el boludo del novio de la nena para completar el cuadro!. Tanto van a comprar que necesitan una cuadrilla de gente para que ayude?. Pero allí van, el más chico sentado en el carrito, la mocosa del medio rompiendo las pelotas porque ella también quiere sentarse allí, y el más grande, caminando con el padre; mirando juntos cuanto culo se le atraviesa por el camino; que no son pocos debo decir en honor a la verdad. Ella, por supuesto, caminando con la nena del brazo y dejando el carro tirado en cualquier lado, como si estuviese sola. Digo yo... Los supermercados no son el lugar más estresante que existe?. O al menos uno de ellos?. No le dan ganas de tomar carrera, como cuando era chico y tenía triciclo, treparse al fierrito de atrás de su carrito, y embestir a toda esa manga de pelotudas que le atraviesan el "changuito" en su camino?. No se sentiría mejor?. Un poco más tranquilo al menos?. Cuál es el motivo por el cual no pueden ir directamente a lo que necesitan, tomarlo, meterlo en el carrito y seguir su camino?. Por qué recarajo tienen que entorpecer tanto la circulación?. Y eso no es todo!. Cuando terminamos de hacer las compras nos dirigimos a las cajas. Todas están que revientan de gente, y llegamos a pensar que no sería mala idea escribir nuestro testamento mientras esperamos, por si morimos de viejos antes de que llegue nuestro turno, cosa que se me antoja realmente posible aunque Ud. crea que exagero. Cuando por fin está por llegar nuestro turno, la mujer que tenemos delante se agarra la cabeza y exclama:

- Dios mío!. Me olvidé el orégano!. Oh que tragedia! Cuídeme esto por favor! - nos dice señalando el carrito, y sale en loca carrera rumbo a la góndola de las especias. La situación que se presenta es la siguiente: la gente que estaba delante de ella ya se ha ido y la cajera nos mira con cara de pocos amigos. La gente detrás nuestro comienza poco más que ha putearnos, si!, A NOSOTROS!. Pero qué carajo tenemos que ver, si no necesitamos el maldito orégano!. Media hora después, vuelve caminando tranquilamente, como si fuese la única en la cola y con más paquetes en las manos, además del orégano. Comienza a sacar las cosas del carrito con la mayor lentitud posible, y no solo eso, sino que mira detenidamente cada objeto que saca, como si ella no lo hubiese puesto allí. Para colmo de males la cajera a cada rato exclama - Caaadeeeteee! - porque la oligofrénica no ha revisado que cada producto tenga su correspondiente etiquetita con el código. Una hora más tarde, cuando la cajera a terminado ya con el último producto escuchamos:

- Hay, ya vuelvo, me olvidé la maicena, querida!. Qué contrariedad!.

- GROOOAAARRRGGG!. RIIIIPPPFFFFCH!. SCREEEECHH! - nuestra piel se ha puesto verde, nuestra ropa se rasga, alcanzamos súbitamente la talla de los dos metros treinta centímetros y segundos más tarde, estamos subidos a la mesada de la cajera, aferrando a esa cretina amnésica por el cogote y golpeándola en la cabeza con una baggette. Seguridad acude en su ayuda, nos quita de encima suyo y dos horas después, estamos en libertad, pues ningún juez en su sano juicio podría condenarnos. Eso si, ya no seremos los mismos, nuestros nervios están destrozados y para colmo... Tenemos que volver allí, a terminar nuestra compra, pues nuestros víveres quedaron en el hiperbodrio y aun no hemos pagado.

Ben.