Historias y Mitos de Caballos

06.01.2013 10:49

EL ANIMAL PREFERIDO DE DIOS 

 


Dios recorría el mundo después de la creación cuando al pasar por el desierto escuchó los gritos y el llanto de un beduino.
Al preguntarle porque lloraba, el árabe le respondió: 

Vi  riquezas que los otros pueblos ganaron y para mí solo me diste . Dios percibió que no había sido justo en la distribución de los  de la tierra, y le dijo: 

No llores más, te voy a compensar dándote un regalo que no le di a ningún pueblo. Y tomando con la mano derecha al viento del sur que pasaba, dijo: 

¡Plásmate, viento del sur! Voy a hacer de ti una nueva criatura. 
Serás mi regalo y el símbolo de amor a mi pueblo. 

Para que seas único y que nunca te confundan con las bestias, tendrás: 
La mirada del águila, el coraje del león y la velocidad de la pantera. 
Del elefante te doy la memoria, del tigre la fuerza, de la gacela la elegancia. 
Tus cascos tendrán la dureza del sílice y tu pelo la suavidad del plumaje de la paloma. 
Saltarás más que el gamo, y tendrás del lobo el faro. Serán tuyos los ojos del leopardo por la noche, y te orientarás como el halcón, que siempre vuelve a su origen. 
Serás incansable como el camello, y tendrás del perro el amor a su dueño. 

Y finalmente, caballo, como un regalo mío al hacerte caballo y hacerte árabe, te doy para que seas único: 
La belleza de la Reina y la majestad del Rey. 

Dios le dijo al Viento del Sur: 
"Conviérte en sólida carne porque quiero hacer de ti una nueva criatura, para que me honre y humille a mis enemigos y para que sirva a aquellos que estén bajo mi potestad". Y el viento del Sur respondió: 
"Hágase según tu voluntad tu deseo" 

Entonces Dios tomó un puñado de viento y sopló creando el caballo y diciendo: 
"Te llamarás árabe y la virtud inundará el pelo de tus crines y tu grupa. Serás mi preferido entre todos los animales porque te he hecho amo y amigo. Te he conferido el poder de volar sin alas, ya sea en el ataque o en la retirada. Sentaré a los hombres en tu grupa y rezarán, me honorificarán y cantarán aleluyas en mi nombre...ahora ve!, y vive en el desierto cuarenta días y cuarenta noches...sacrifícate y aprende a resistir la tentación del agua, broncea el color de tu cuerpo y aligera tus músculos de grasa...porque del viento vienes y viento debes ser en la carrera" 


 



El origen de los Corceles Negros 

 



En un pintoresco pueblecito habitaba un gigante de nombre Shant´e a pesar de ser grande era muy bondadoso y los habitantes del pueblo lo querían mucho. Cada año en su cumpleaños los aldeanos organizaban fiesta, y le daban infinidad de regalos. Pero en su cumpleaños numero 5698 hubo un regalo en especial que le fascinó. 

Un angel le regalo 10 corceles blancos eran tan hermosos su crin dorada y su piel tan tersa como la seda. 

Shant´e los contemplaba todos los días hasta el anochecer y así pasaron tantas lunas, hasta que un día se pregunto él por que no había corceles negros. El sé hacia esa pregunta antes de conciliar el sueño. 

Hasta que una noche una vocecilla le contesto. El amor hace, milagros. 

Pero en fin, una mañana tan linda noto que uno de sus corceles ya no estaba, sus huellas se introducían al interior del bosque, su corcel se había perdido. 

El gigante lo busco y busco pero no lo halló. Pasaron varios días y el gigante entristeció mucho. 

Así que los aldeanos se compadecieron de su dolor y lo ayudaron a buscar su corcel, pero no lo hallaron. 

Una mañana, un pequeño pastor se interno al bosque en busca de una de sus ovejas, en su búsqueda encontró una bestia extraña en forma de corcel, atascada en un pantano. A lo cual llevo la noticia a la aldea. El gigante al oír la buena nueva se levanto de su enorme cama, y corrió en auxilio de su amado corcel. 

Al llegar al lugar, lo saco con su enorme mano, y al limpiar su hermosa piel blanca se llevo una enorme sorpresa, ya que debajo de esa densa sabana de lodo. Había una nueva piel, ahora era totalmente negra. Un color negro tan brillante como el ébano. 

A lo cual el gigante lloro de emoción y alegría, y comprendió las palabras de aquella vocecita. 

¡¡¡¡¡¡El amor hace milagros!!!!! 

Cuenta la leyenda que el gigante al pasar los años y las generaciones... se convirtió en montaña... en un bosque encantado alejado de la gente....... y cuentan que en su interior..... alberga una manada de 10 corceles blancos, comandado por un enorme y bello corcel NEGRO. 



 


CABALLOS FAMOSOS



Pegaso: El caballo de los dioses 

"Pegaso" fue el primer caballo que consiguió estar entre los dioses de la Mitología Griega y tratar de tú a los habitantes del Olimpo. Pegaso era el caballo de Zeus, el dios soberano y amo del Cielo y la Tierra. 

Según los esquemas de la Mitología el "caballo volador" nació del chorro de sangre que brotó cuando Perseo cortó la cabeza a Medusa y gracias a él pudo libertar el héroe a Andrómeda, la hija del rey de Etiopía, que quiso disputar a las Nereidas el premio de la hermosura y fue atada a una roca para que la devorase un monstruo marino …….y que después haría su esposa. 

"Pegaso", creció y vivió sus años de potro en las laderas y los verdes prados del monte Olimpo, morada de los dioses, que estaba situado entre Tesalia y Macedonia (Hoy monte Olimbos)…y era un bello ejemplar del tipo "sículo", cruce del ario y del persa, de color blanco y gran poderío. Estaba dotado de alas y volaba por los aires, cuando no corría "como el viento" por la tierra. 

"Pegaso" fue el caballo más rápido que ha existido y el símbolo de la velocidad…como los demuestran los cantos inmortales que en su honor entonaron los poetas de todos los tiempos. Pero, además, fue también el primer medio de comunicación y transporte que se elevó por los aires. De ahí las numerosas fábulas que le atribuyeron los griegos y el lugar destacado que ocupa en la mitología y en la historia del caballo. Aunque no fuese un caballo de carne y hueso. 

 


Janto: El caballo de Aquiles 



Después de "Pegaso", el caballo de los dioses, no hay más remedio que hablar de "los caballos de la Ilíada", ya que sin ellos no se concibe la obra de Homero…ni la guerra de Troya. 

"Janto" junto con "Balio" formaban la pareja de "caballos inmortales" que Peleo recibió al casarse con la nereida Tetis, de cuya unión nació Aquiles. La yegua que los parió se llamaba "Podarga". 

Se asegura de "Janto" que, aunque de origen divino e inmortal, era un caballo negro y de pura sangre persa, que tenía tres años y estaba dotado de patas especialmente vigorosas que le capacitaban para correr a mayor velocidad que la mayor parte de sus congéneres. Por su parte, "Balio" era de color blanco e igualmente rápido. Esta rapidez de ambos era lo que impedía que Aquiles pudiera uncir a su carro otros dos caballos que era lo habitual entre los griegos. 

 


Bucéfalo: El caballo de Alejandro Magno 


Se llamaba "Bucéfalo" y era el caballo del gran Alejandro Magno, sin duda el general más grande de la Historia (¡el que jamás perdió una batalla y construyó un imperio!) y el "hombre de Estado" más genial de su tiempo. 

Alejandro fue el hijo primogénito del rey de Macedonia, Filipo II, el creador de la famosa "falange macedónica", que revolucionó el arte de la guerra y el que logró unificar las ciudades-Estado de Grecia, salvo Esparta. Alejandro nació en el año 356 A.C. y tuvo como profesor de estudios al gran Aristóteles. A los dieciséis años, Alejandro guerreaba ya como un experto y hacía de "regente" en ausencia de su padre. Dos años más tarde era el jefe de la caballería. A los veinte años subió al trono y fue rey hasta su muerte, acaecida trece años más tarde. 

Según la leyenda fue en sus tiempos de jefe de la caballería cuando pidió a su padre que le proporcionase "caballos de Tesalia" por ser los mejores del mundo para la guerra. Y eso hizo el rey Filipo. 

"Bucéfalo" que era de color negro azabache y una estrella blanca en la frente con forma de "cabeza de buey", despertaba el asombro de todos por su belleza, su poderío y su rebeldía…. 

Cuenta Plutarco en "Vidas paralelas: Alejandro y César" que el encuentro entre Alejandro y "Bucéfalo" se produjo de la siguiente manera: "Trajo un tesalino llamado Filónico el caballo Bucéfalo para venderlo a Filipo en trece talentos, y habiendo bajado a un descampado para probarlo pareció áspero y enteramente indómito, sin admitir jinete ni sufrir la voz de ninguno de los que acompañaban a Filipo, sino que a todos se les ponía de manos. Desagradóle a Filipo y dio orden de que se lo llevaran por ser fiera e indócil; pero Alejandro, que se hallaba presente dijo: 

-Qué caballo nos perdemos!¡Y todo por no tener conocimientos ni resolución para manejarlo! 

A lo que replicó Filipo, algo molesto por la suficiencia de su hijo: 

-¿Acaso tú lo manejarías mejor que estos que tienen más años y más experiencia que tú? 

-Por supuesto que sí; a este ya se ve que lo manejaré mejor que nadie -respondió Alejandro. 

-¿y cuál ha de ser la pena de tu temeridad -preguntó Filipo- si no lo consigues? 

-¡Por Zeus -exclamó el joven- , pagaré el precio del caballo! 

Echáronse a reír y convenidos en la cantidad, marchó al punto adonde estaba el caballo, tomóle por las riendas y, volviéndole, le puso frente al sol, pensando, según parece, que el caballo, por ver su sombra, que caía y se movía junto a sí, era por lo que se inquietaba. Pásolo después la mano y le halagó por un momento, y viendo que tenía fuego y bríos, se quitó poco a poco el manto, arrojándolo al suelo, y de un salto montó en él sin dificultad. Tiró un poco al principio del freno, y sin castigarle y aún tocarle le hizo estarse quieto. Cuando ya vio que no ofrecía riesgo, aunque hervía por correr, le dio rienda y le agitó usando de voz fuerte y aplicándole los talones. Filipo y los que con él estaban tuvieron al principio mucho cuidado y se quedaron en silencio; pero cuando le dió la vuelta con facilidad y soltura, mostrándose contento y alegre, todos los demás prorrumpieron en voces de aclamación. Más del padre se refiere que lloró de gozo, y que besándole en la cabeza luego que se apeó le dijo: 

-¡Hijo mío, busca un reino igual a ti, porque en la Macedonia no cabes!" 

Alejandro salió de Grecia para hacer el imperio más grande de la antigüedad…y siempre a lomos de "Bucéfalo", el caballo más rápido y resistente que ha existido. Entre ambos, construyeron un imperio de más de veinte millones de kilómetros cuadrados. 




Strategos: El caballo de Aníbal 


Aníbal fue el hijo de Amílcar Barca, el general cartaginés que conquistó España para Cartago, y vivió entre los años 247 y 183 A.C. Aníbal fue un gran jefe militar, sin embargo, lo que le elevó a la categoría de "mito universal" fue su hazaña de atravesar los Alpes con un ejército de más de cincuenta mil hombres, diez mil jinetes y medio centenar de elefantes…y vencer a los romanos en su propio feudo. 

"Strategos" -en griego "General"- fue "el caballo de los Alpes", aquel con el que culminó la hazaña del gran Ejército y los elefantes. Al parecer, era un caballo impresionante, de gran alzada y color negro azabache, inquieto, agresivo en la carrera y fácilmente manejable en el combate (y no hay que olvidar que los cartagineses montaban sus caballos sin freno, sin bocado y muchas veces sin bridas). que se había hecho traer de la Tesalia griega en un afán de imitar a su gran ídolo juvenil: Alejandro Magno. 


 

Incitatus: El caballo de Caligula 



Los romanos nunca fueron especialistas en caballería, ni fue ésta el eje de sus ejércitos, pues Roma confió siempre más en sus famosas legiones que en sus jinetes; Sin embargo, Roma hizo del caballo su animal predilecto, y de las carreras de caballos su deporte favorito. 

De todos los caballos de Roma, incluyendo el de Julio César, el más famoso, sin duda, es el del emperador Calígula. Cayo César Augusto Germánico, que estos eran los verdaderos nombres de Calígula, fue el segundo de los llamados "emperadores locos" (los otros fueron Tieberio, Claudio y Nerón) y reinó desde el año 37 al año 41 de nuestra era cristiana.

Se llamaba "Incitatus", es decir, "Impetuoso", y al parecer era de origen hispano, lo cual no sorprende, pues Roma importaba cada año de Hispania alrededor de 10,000 caballos. Calígula, por lo visto, llegó a adorar a la noble bestia hasta el punto de que mandó construir para él una caballeriza de mármol y un pesebre de marfil…y más tarde una casa-palacio con servidores y mobiliario de lujo para que recibiese a las personas que le mandaba como invitados. 

La leyenda asegura que el joven emperador comía y dormía en los establos, junto al caballo, los días de las carreras…, y para que nada ni nadie turbase al equino, ya desde la víspera decretaba el "silencio general" de toda la ciudad bajo pena de muerte a quien no lo respetase. 

Se cuenta que en una de aquellas carreras, a pesar de todo, perdió "Incitatus" y que Calígula no pudo contenerse y mandó matar al osado auriga, pero diciéndole al verdugo aquello de "Mátalo lentamente para que se sienta morir". 

 


Genitor: El caballo de Julio César 


Caballo extraordinario, casi con pies de hombre y con pezuñas hinchadas a manera de dedos, el cual, nacido en su casa, habiendo los arúspices predicho que su dueño tendría el imperio del mundo, lo alimentó con gran cuidado y fue el primero en montarlo, al no consentir ningún otro jinete; más tarde hizo levantar incluso una estatua de éste delante del templo de Venus Genetrix. 

Parece ser que "Génitor" -o sea, creador, padre o reproductor- fue llamado así por César en recuerdo de su padre muerto, cuando tan sólo tenía él catorce o quince años. 

Con este caballo de "pies de hombre" fue con el que pasó el Rubicón cuando la noche del 12 de Enero del año 50 A.C. (calendario "Juliano se decidió por la guerra civil y la conquista del Poder. 



Lazlos: El caballo del desierto 

"Lazlos" fue el primer caballo real que tuvo Mahoma, el caballo que precedió a la "espada"…aquel caballo que le regaló el gobernador del Egipto en los primeros años de la Egira. 

Con este caballo hizo Mahoma su primera peregrinación real a La Meca, . Es más, se dice que fue este espléndido animal el que inspiró a Mahoma su gran pasión y su amor por los caballos, y especialmente por las yeguas….y el que le movió a escribir y proclamar "El diablo nunca osará entrar en una tienda habitada por un caballo árabe". 

Más tarde, y preocupado por la supervivencia "pura" de la raza equina, escribiría en el mismísimo Corán esta máxima: "Cuantos más granos de cebada proporciones a tu caballo, más pecados te serán perdonados…", lo cual justifica con creces la relación hombre-caballo, que duró trece siglos, y la grandeza del caballo "Árabe", el más bello y hermoso de los caballos del Mundo 

 

LOS BRIOSOS CORCELES DE LA HISTORIA 


En la Edad Media el código de caballería fue lo que rigió las relaciones entre el caballo y el hombre, entre otras cosas. A lomos de rápidos corceles fue el europeo en esa aventura sangrienta que fueron las Cruzadas. Ricardo Corazón de León se aprovisionó de veloces caballos para poder llegar hasta el Medio Oeste, y cuenta la leyenda que una de las primeras reyertas matrimoniales del homosexual rey inglés con su esposa Berenguela de Navarra fue por causa de una yegua que Ricardo le quitó para montar a un amanerado pajecillo suyo. 
Los caballos de los mongoles no eran muy grandes, pero corrían más raudos que una tormenta. Genghis Khan contó con caballos resistentes, feroces pero de mediano tamaño para convertirse en el azote de Asia. Genghis no se detenía ante nada para avanzar, y para garantizar que sus caballos tuvieran pasto, mandaba grupos de exploración a matar a cuanto ganado encontraran delante para que el pasto estuviera esperando a sus propios caballos. 

Cuando estalla la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, los franceses no habían logrado que su caballería fuera ligera. Los guerreros eran inmensos mastodontes enlatados a lomos de agotados caballos, y los ingleses fueron tan astutos para usar esta desventaja a su favor. En la batalla de Crecy, la caballería francesa caía como moscas, y en la batalla de Agincourt los pobres corceles galos acabaron enchufados en enormes estacas o con heridas a causa de unas espinitas metálicas que bien podrían ser los tatarabuelos de los miguelitos que despliegan los Parrales Vallejos en las huelgas nicas del transporte. 

Uno de los caballos más amados de Turquía (que entonces era el Imperio Otomano) fue un fornido corcel negro llamado Viento del Diablo, perteneciente nada menos que al sultán Selim El Adusto. 

Viento del Diablo fue un regalo del sultán Bayaceto El Poeta a su hijo Selim cuando éste estaba adolescente. Viento del Diablo no sólo era veloz, sino muy tierno con los niños y mostraba enorme preferencia por las manzanas verdes. Los otomanos criaban a sus caballos con mucho cariño, nunca les pegaban y los adornaban vistosamente. Muchas veces sus colas eran trenzadas con ricas pedrerías. El caballo en el cual el sultán Solimán el Magnífico (sucesor de Selim el Adusto) montó para ir a sitiar Viena era inmenso y no le tenía miedo al agua. Recordemos que en aquellos entonces no existían aún los puentes sobre el río Danubio. 

Mandó Solimán una exploración a bordo de raudos corceles. Arrogante, Soliman mandó a decir que esperaba llegar a desayunar a Viena en breve. Viena fue salvada por mercenarios serbios ricamente ataviados montados en ariscos caballos, guíados por el polaco Jan Sovieski a lomos de un enorme caballo andaluz gris llamado Salvador. 

El esperado desayuno de Soliman se le enfrió en Viena sin podérselo comer, y cuentan que lloró como un niño montado encima de su adorado caballo Jinn. 

Cuando la Guerra Civil explota en Inglaterra, ya existe la artillería desde el siglo XIV. En 1642 los caballos son usados para llevar los cañones hacia sus posiciones, y surge el destacamento de los soldados llamados dragones, los cuales acuden montados al sitio de batalla pero luego combaten a pie. El feo y tosco Oliverio Cromwell, quien se hizo llamar Lord Protector después de mandar la monarquía inglesa al diablo y al rey Carlos I a ser decapitado, exigía sumisión total de sus huestes de caballería. Cromwell provenía de Anglia Este, donde se crian buenos corceles, y conocía mucho sobre equinos. Cromwell mandó a criar caballos en Irlanda, creando una nueva raza de cruces entre árabes y corceles irlandesas. Importó caballos de diversas partes, criándose así los antecesores de los modernos caballos de carreras. 

A un genial, chele y amanerado monarca prusiano llamado Federico el Grande le debemos muchos avances que se hicieron en materia de caballería. En 1740 cuando toma las riendas de su país, Federico hereda una caballería pesada. Los pobres corceles están más colesterólicos que Capulina, y se cansan con facilidad. El ejército moderno nace con Federico, quien es hombre de armas tomar. Hace del servicio militar un modo de vida, creando a los primeros militares de carrera. Junto con los soldados a entrenamiento, van los pobres obesos caballos a sudar la gota gorda. A cada soldado le asigna su corcel para que lo considere su equipo vivo. La relación entre el corcel y su amo cobra nueva importancia. El caballo debe confiar ciegamente en su amo. En 1756 los pobres caballos pagan caro el ser tan confiados cuando acaban con la mitad de las tripas de fuera al finalizar una batalla. En 1759 Federico le cae encima a Silesia con 150 mil hombres, 30 mil de los cuales van a caballo. Mueren 20 mil corceles, héroes anónimos e inocentes en aras del expansionismo prusiano. 

Napoleón Bonaparte pasa a la historia como uno de los hombres que más cruelmente se portó con los equinos. Comenzando por el hecho que el Pequeño Gran Corso era pésimo jinete, le gustaba pelear en enormes campos de batalla. Los caballos debían embestir contra las tropas enemigas. La caballería francesa era enorme, pero al contrario de Federico el Grande, Napoleón no consideraba esencial tratar bien al caballo. Los alimentaba mal, casi nunca los aseaba y se les azotaba. 

Era chiste cruel de la época decir que la caballería francesa era anunciada por el tufo de sus equinos mucho antes de que ellos aparecieran en el sitio de batalla. En las campañas de Bonaparte, 4 millones de caballos perecieron entre 1804 y 1814. En 1812 cuando a Napoleón se le ocurrió caerle encima a Moscú, uno de cada 30 soldados quedó para contar el cuento. Los caballos murieron de frío, hambre o comidos por los soldados harapientos. En la batalla de Waterloo en 1815, el maltrato dado a los equinos le costó caro al chaparro, y el soberbio chiquinano mordió el polvo de la derrota aparatosamente. Su propio caballo Moranca, un hermoso gris árabe mediante el cual se echa por tierra el mito del caballo blanco de Napoleón (no le gustaban de ese color porque no eran cubretierra), fue capturado ya hecho cadáver por los ingleses. 

Este trofeo de batalla fue llevado a Inglaterra y dos de sus cascos fueron convertidos en cajitas de tabaco para elegantes señores. 

En la Guerra de Secesión de Estados Unidos, el norte usó caballos para infiltrar tropas al sur y causar enormes daños a los confederados. Muchos de estos caballos fueron comidos por hambrientos y harapientos soldados. 

Otro asqueroso gesto de malagradecimiento del humano hacia el caballo fue el que se dio en la I Guerra Mundial, cuando la victoria viajó en las raudas patas de miles de caballos en Palestina. La 12a. División Australiana de Caballería le arrebató Palestina a los turcos en un operativo raudo de un día, cabalgando los soldados con las riendas del corcel en la mano izquierda y la bayoneta en la derecha hacia Beersheba, en lo que hoy es Israel. Siria y Palestina cayeron en manos de los ingleses gracias a estos corceles, pero a la hora del triunfo, los soldados fueron evacuados sin sus caballos, quienes fueron abandonados a su suerte en el Medio Oriente, acabando muertos de hambre o como caballos carretoneros. En 1930 Dorothy Brooke se convirtió en benefactora de estos veteranos de guerra con cascos, e hizo un hospital veterinario en El Cairo. Apelando al Korán, los veterinarios de este hospital que aún atienden en Egipto, lograron convencer a muchos árabes de tratar bien a sus equinos. 

Si los caballos hubieran tenido voz para protestar, de seguro lo hubieran hecho cuando el desalmado general gringo Douglas MacArthur lanzó a policías montados en contra de los veteranos de guerra que protestaban en Washington contra el olvido gubernamental en 1932... 

El triste cacaste de Moranca en el museo londinense del ejercito sigue arrancando baldes de lágrimas a generaciones, pero el caballo sigue siendo ejemplo de arduo trabajo, nobleza y gallardía, probando de nuevo que si herrar es humano... perdonar es caballo. 
 

fuente Taringa