LA DOMA

29.03.2014 10:29

El horizonte de la llanura se recorta con los saltos y corvos de los potros en su rebeldía a ser domados.
 

Una flor de cardo y un palenque son los únicos testigos de una tarea rural reservada sólo a los eximios jinetes de la pampa.
El potro salvaje es pialado con una lanzada a las patas, ya en el suelo, es sujetado y así se le colocan la cincha y el freno, para ser domado.
La imagen es un homenaje al caballo, el noble animal que acompaña al hombre de campo en todas sus tareas. Es un amigo inseparable en las largas jornadas.
El domador anónimo, representado aquí por una mano que sujeta la rienda y las piernas que lo afirman decididas al lomo del caballo. Es un homenaje a todos aquellos paisanos valientes que, a fuerza de caídas, logran hacer del caballo su más fiel compañero.

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