La lluvia y la falta de obras fueron la combinación necesaria para que después de 100 años de trabajo, y golpeados por una serie de inundaciones, la familia Pairetti decidiera cerrar su tambo.
Mariano Pairetti (26), quinta generación al frente del tambo, trabajó todo el día de Navidad intentando salvar las 200 hectáreas que estaban bajo el agua. La localidad santafesina de María Juana, lindera a la provincia de Córdoba, es víctima desde hace años de la falta de obras que impidieran las inundaciones, en las cercanías a la ruta 13. “La primera inundación fue en 2015, y ahí nos la aguantamos; la segunda, en febrero en 2016, y ahí despedí a dos empleados y a un tambero, que llevaba 15 años con nosotros”, rememora Mariano en diálogo con Apertura.com. En ese momento intentó volver al ruedo y con el tiempo contrató a otro empleado y a un nuevo tambero, pero su historia estaba marcada por la lluvia y la falta de obras.
Hace horas, Mariano publicó en Facebook una carta donde anunciaba el fin del centenario tambo, construido por su tatarabuelo –quien levantó la casa donde nació su bisabuelo- y continuado hasta hoy por toda una familia dedicada al campo. Ahora, esa historia llegó a su fin. “Si contás desde el 21 de diciembre hasta ahora cayeron 350 milímetros de lluvia. Dejó de llover pero el agua no se fue y por 45 días no se irá”, se lamenta Mariano y agrega: “Los terneros flotaban muertos en el agua y las vacas estuvieron cinco días sin poder acostarse”.
Asegura que se cansó de tolerar tanto trabajo sacrificado para verse derrumbado todo una y otra vez. Eventos como su casamiento o el nacimiento de su hijo están asociados a una lluvia copiosa, que le costó trabajo, esfuerzo y dinero para salir adelante. “Estaba produciendo 2100 litros, que es una producción baja. Pero ahora, en solo tres días, bajé a 600 litros”, cuenta Mariano.
Junto a su hermano golpearon puertas para alertar de esta situación pero no fue escuchado. “Nosotros el primer año nos dimos cuenta de que faltaba un cruce de ruta un kilómetro antes en la ruta 13, que permitiría el desagüe correspondiente. Le llevamos el proyecto a Vialidad de Rafaela y Vialidad Nacional. Nos admitieron que les faltaba el cruce y empezamos a acudir a la Gobernación de Santa Fe. Todos saben del problema, incluso las alcantarillas están tiradas al costado de la ruta, pero no se hace la obra”, se lamenta.
La realidad los llevó a maniobrar. Al empleado que tenía lo trasladó a las otras 400 hectáreas que tiene donde se dedica a la agricultura –“y que por ahora venimos zafando”, dice- y al tambero tuvo que echarlo. “Al tambero el agua le llegaba a la cintura, era insalubre”, cuenta Mariano y asegura que la decisión de cerrar el tambo la tomó junto a su papá, Gabriel, veterinario y dedicado históricamente al trabajo de campo.
Las 200 cabezas de ganado ya comenzaron a ser vendidas. “De las vacas que me quedaron, 50 ya las vendí a un tambo que no tiene tantos problemas y las demás las vendo como vacas de consumo”, explica. Si bien una vaca de tambo cuesta $ 17 mil y una para consumo $ 9 mil, nadie se dedica al sector lechero por la falta de rentabilidad, así que sólo le queda venderlas al menor precio. “Nadie te las compra para tambo”.
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